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El último capítulo del caso Theranos
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Silicon Valley no será el mismo, dicen. Al menos así lo creen algunos emprendedores e inversionistas. Uno de ellos es Tyler Shultz. Hoy de 31 años, Shultz tenía apenas 24 cuando decidió denunciar malas prácticas al interior de Theranos.
El cofundador de la startup Flux Bioscences, que busca algo similar a lo que pretendía Theranos, no era un denunciante cualquiera. Su abuelo, George Shultz, exsecretario de Estado, era uno de los nombres más poderosos en el directorio de la empresa liderada por Elizabeth Holmes.
Esta semana Shultz fue el principal invitado al podcast Bad Blood, del periodista John Carreyrou, autor del libro del mismo nombre. Fue el último episodio del podcast y, según dejó entrever Carreyrou, el último capítulo de la trama a la que se ha dedicado desde 2015.
En ese entonces, Carreyrou estaba en The Wall Street Journal y ya había ganado dos premios Pulitzer por periodismo de investigación. Con el testimonio de Shultz y otros testigos, Carreyrou publicó una serie de reportajes que revelaron los problemas detrás de Theranos, y luego publicó el libro que dará pie a dos películas sobre Holmes y su fallida startup.
“El Veredicto” es el título del último episodio de Bad Blood. En una hora, Carreyrou analiza la sentencia contra Holmes, quien fue hallada culpable de cuatro cargos de fraude contra inversionistas. A través del testimonio de Cheung, Shultz y otros, además de documentos y registros del smartphone de Holmes, el jurado encontró suficientes pruebas para considerar que Holmes mintió sobre el estado real de la tecnología que dijo haber desarrollado y con ello obtener al menos US$ 144 millones de parte de inversionistas.
Theranos llegó a estar valorada en US$ 10.000 millones.
Theranos llegó a estar valorada en US$ 10.000 millones, bajo la promesa de tener listo un dispositivo que permitía realizar diagnóstico de decenas de enfermedades solo con una gota de sangre. Holmes, veinteañera, con penetrantes ojos azules, una voz grave, y que vestía polos negros a la Steve Jobs, se convirtió en la niña mimada de grandes inversionistas de riesgo. Curiosamente, la mayoría hombres mayores de 50 años.
“Es un poco decepcionante… Erika (Cheung, la otra informante del caso) y yo no lo arriesgamos todo para salvar al jefe de un fondo con 100 millones de dólares, sino para salvar a pacientes de potenciales diagnósticos falsos”, dice Shultz. Sin embargo, dijo haber celebrado el veredicto junto a su familia, con quienes destapó una de las costosas champañas que descubrieron en el sótano de su abuelo, George Shultz.
El drama entre Tyler y su abuelo ocupa parte importante de “El Veredicto”. Después de todo, que su abuelo haya preferido creerle a Holmes y no a Tyler, provocando un quiebre en toda la familia, con abogados de por medio, refleja la influencia que la fundadora de Theranos llegó a tener sobre sus inversionistas y los directores de la empresa.
Carreyrou cree que fue precisamente ese aspecto el que hizo que el jurado no creyera en la versión de la defensa de Holmes, quien dijo haber sido abusada y manipulada por su pareja, Ramesh “Sunny” Balwani, quien en la etapa final y de mayor expansión de Theranos ejercía como CEO y presidente.
Balwani, quien invirtió capital propio en la empresa, enfrenta su propio juicio. También fue quien escribió amenazando a Tyler Shultz. Pero la fiscalía mostró que el mensaje original de Balwani no era tan agresivo inicialmente, y solo cambió de tono tras indicaciones de la propia Holmes.
Por eso, Carreyrou cree que el juez Edward Davila, sí condenará a prisión a Holmes. Pero no a los nueve u once años que le correspondería según el monto defraudado por el que fue encontrada culpable, sino a cinco años. “Saldría después de tres por buen comportamiento”, agrega.
Pero la periodista Emily Saul, quien ha seguido el juicio desde el interior del tribunal, cree que Davila buscará algún tipo de reparación más que enviar a prisión a Holmes, quien tuvo a su primer hijo poco antes de comenzar el juicio.
¿Fue eso (el embarazo) a propósito? Se pregunta Carreyrou. Para Shultz, todo es posible. “Estas son malas personas… (Holmes y Sunny) están hechos el uno para el otro”, sentencia.
De lo que están seguros tanto Carreyrou como Shultz, que a momentos parecen amigos cercanos, es que la sentencia cambiará a Silicon Valley. “El mensaje es que no puedes hacer lo que quieras e ignorar las normas y a los reguladores”, dice el periodista.
“Espero que lo que hicimos Erika y yo motive a otros jóvenes emprendedores a denunciar malas prácticas de sus jefes en startups”, agrega Shultz. Ambos coinciden en que es el “capítulo final”, y están felices de dejarlo atrás.